«A mi hermano le mataron en Suecia para traficar con sus órganos»
Un juez pide la exhumación del cadáver del vizcaíno Miguel Ángel Martínez, cuyo cuerpo apareció sin corazón y sin hígado
DAVID S. OLABARRI | @dolabarri
17 diciembre 2015
Blanca Martínez muestra parte de la documentación que ha recabado sobre el «asesinato» de su hermano.Blanca Martínez muestra parte de la documentación que ha recabado sobre el «asesinato» de su hermano. / PEDRO URRESTI
El cuerpo de Miguel Ángel Martínez apareció en la orilla del fiordo de Lindingö, un barrio de clase alta de Estocolmo (Suecia), el 22 de septiembre de 2005. El cadáver de este vecino de Algorta de 45 años llevaba varias semanas flotando en el agua y se encontraba en un avanzado estado de descomposición. La Policía no llamó a su madre hasta el 29 de septiembre, siete días después de que apareciese el cuerpo de Miguel Ángel, que había partido desde Irún en tren a finales de abril para viajar por Europa.
Desde el primer momento había cosas que no encajaban. Pero los acontecimientos que siguieron después convirtieron la muerte de su familiar en una «pesadilla» que les impide pasar página. Necesitan respuestas. Blanca Martínez, su hermana, lleva luchando desde entonces contra la «opacidad» y la «falta de sensibilidad» de la administración de Suecia, una país en «apariencia modélico» en derechos, libertades y transparencia. Pero también contra el «abandono» y la «negligencia» de las instituciones vascas y españolas, que «no han hecho nada». Su único objetivo es destapar «la verdad» de lo que le ocurrió a su hermano. Blanca está convencida de que no se suicidó, como sostiene la Policía escandinava. Y acumula cientos de documentos oficiales, perfectamente ordenados, con la esperanza de que las nuevas pruebas solicitadas ahora por la Audiencia Nacional a Inglaterra sirvan para encontrar la clave que permita responder a la pregunta que les atormenta desde hace 10 años: «¿Quién mató a mi hermano y le extrajo el corazón y parte del hígado?».
Lo cierto es que la investigación de la muerte de Miguel Ángel ha estado «repleta de irregularidades» desde el inicio. Poco después de la aparición del cuerpo, la Policía de Estocolmo permitió leer a la familia un documento sobre las circunstancias del fallecimiento de apenas unos folios -no existen fotos del levantamiento del cadáver- en el que se desprende que se trata de un varón sin identificar ya que no portaba documentación alguna. Apenas se dan datos del hallazgo. Sólo que fue encontrado por una ciudadana británica -Sara Adams- de la que nada más se sabe. Blanca explica que Miguel Ángel iba a ser enterrado como un «sin nombre». Sin embargo, fue identificado más tarde en el depósito de cadáveres por una enfermera sueca de raíces españolas, Isabela Franco Cereceda, que revisó por «casualidad» sus bolsillos. Allí apareció una fotocopia del DNI del vizcaíno «doblada y mojada». Tampoco existen fotografías de la autopsia. Un informe que no cumple con los protocolos y que, además, recibieron año y medio después de su muerte.
¿Cómo llegó esa fotocopia al bolsillo de Miguel Ángel? Blanca sospecha que alguien se lo puso ahí con posterioridad a su fallecimiento. Entre otras razones, porque la fotocopia que les entregaron junto al resto de pertenencias de su hermano estaba perfectamente conservada, algo físicamente imposible si se tiene en cuenta que el cadáver quizás estuvo varias semanas en el agua. Esta fotocopia fue enviada por la policía española después de que Miguel Ángel fuese detenido indocumentado, semanas antes de su muerte, en una sucursal bancaria.
12.000 euros en la cuenta
El hermano de Blanca estaba diagnosticado de esquizofrenia, una enfermedad que tenía «controlada» aunque sufría «bajones» de vez en cuando. Llevaba unos días con problemas con su tarjeta de crédito y se negaba a salir de la entidad sin antes sacar algo de dinero de su cuenta de la BBK, en la que tenía más de 12.000 euros. El DNI, sin embargo, no llegó a las autoridades suecas hasta tres horas después de que fuese puesto en libertad sin cargos, según consta en los registros oficiales recabados durante años por Blanca y su abogada, Maite Rojas.
La Policía sueca insiste en que no ve indicios de delito. Miguel Ángel había vivido cinco años en Londres -dos años trabajando de celador en un hospital- y quería ser enterrado allí. Cuando el cuerpo llegó a Inglaterra, en noviembre de 2005, fue sometido a un segundo examen forense. Y fue entonces cuando comprobaron que había llegado sin corazón y sin más de la mitad del hígado. De hecho, sólo identificaron seis órganos. Curiosamente, uno de ellos eran los pulmones, que no mostraban signos de ahogamiento.
Su familia está convencida de que a su hermano le mataron para quitarle sus órganos porque pensaron que era una persona en situación de «exclusión social». Esta vizcaína asegura que existe una auténtica industria criminal en Suecia alrededor del tráfico de órganos que suele tener en los inmigrantes a sus principales víctimas. Blanca ha recibido constantes portazos por parte de las autoridades suecas, que han archivado las denuncias. Y también de las españolas, que le pidieron que no denunciase públicamente lo que le había pasado a su hermano, lo que ha influido en que su caso apenas se conozca en Euskadi a pesar del tiempo transcurrido.
Ahora, Blanca está a la espera de que Londres autorice la exhumación del cadáver para realizar nuevas pruebas y encontrar un hilo que les permita encontrar al responsable del «asesinato» de su hermano mayor.