La familia confía en que tras la exhumación que ha permitido confirmar la identidad, se investigue si fue víctima del tráfico de órganos
ÍÑIGO GURRUCHAGA Domingo, 1 mayo 2022
El tesón y la lucha sin cuartel de Blanca Martínez Santamaría por descubrir qué le ocurrió a su hermano Miguel Ángel ha permitido resolver una de las incógnitas que ha agobiado a la familia durante más de quince años: el cadáver que apareció el 22 de septiembre de 2005 flotando en la orilla del fiordo sueco de Lidingö, en Estocolmo, y que fue enterrado meses más tarde en el cementerio londinense de Gunnersbury, corresponde, efectivamente, a este vecino de Algorta. Sin embargo, aún resta aclarar por qué al cuerpo le faltaban el corazón y gran parte del hígado. La familia siempre ha creído que se trata de un crimen vinculado al tráfico de órganos y no de un suicidio, como sostiene la Policía del país nórdico, y confía en que ahora se reabra la investigación.
La identificación definitiva ha sido posible tras la exhumación del cuerpo, un trámite que Blanca tardó años en poder llevar a cabo tras una batalla prácticamente en solitario. Su esfuerzo y la investigación del periodista Ferran Barber son el eje que vertebra el documental ‘The Man Without a Heart’ (El hombre sin corazón), dirigido por Jorge Valcárcel y que acaba de emitir en Reino Unido el canal Discovery Plus. En él, el médico forense y profesor universitario de Criminología Aitor Curiel confirma mediante el análisis genético que los restos analizados son de Miguel Ángel Martínez Santamaría, nacido en Erandio en 1960 y aficionado a los viajes, en los que había visitado muchos países de Europa. No era la primera vez que iba a Suecia.
La familia tenía motivos para sospechar que no era así. En 2005, el primer informe policial refería el descubrimiento del cadáver flotante de un varón que no portaba documentación alguna. Iba a ser enterrado como un «sin nombre». Sin embargo, ya en el depósito de cadáveres una enfermera sueca de raíces españolas encontró en sus bolsillos una fotocopia del DNI del vizcaíno «doblada y mojada», según explicó en su día su hermana a EL CORREO. El hallazgo fue comunicado entonces a los familiares de Miguel Ángel en Getxo. La autopsia revelaba que el cadáver permaneció en el agua muchos días y que presentaba un hematoma congruente con el impacto con el agua. Se habría arrojado de un ferry o de un puente.
Nada se le dijo, sin embargo, a la familia de que al cuerpo le faltaban el corazón y tres cuartas partes del hígado. Eso solo lo descubrieron cuando se le practicó un segundo examen forense en Londres, adonde fueron trasladados los restos porque el hombre había comentado su deseo de que le enterraran junto a una amiga que hizo en los cinco años que había vivido en Londres. La ausencia de fotografías del levantamiento del cadáver o de la primera autopsia, las contradicciones chocantes entre esta y la realizada en Londres, y sorprendentes carencias en la investigación de la Policía sueca llevaron a Blanca, hermana menor del fallecido, a emprender con la ayuda de otros familiares las pesquisas para descubrir qué había sucedido.
Detenido sin documentación
El análisis llevado a cabo ahora por el doctor Curiel revela que el cuerpo no presentaba ninguna fractura y que no había permanecido sumergido en el agua muchos días. Miguel Ángel habría muerto en otro lugar días antes de ser depositado en una ribera del fiordo, cerca de un puente. Esta circunstancia vendría a reforzar la sospecha de los Martínez-Santamaría de que no se suicidó, sino que le mataron para quitarle sus órganos porque pensaron que era una persona en situación de «exclusión social».
Los hipotéticos criminales podrían haber llegado a esa conclusión por las circunstancias de Miguel Ángel. Estaba diagnosticado de esquizofrenia y aunque tenía la enfermedad «controlada», según su hermana, de vez en cuando sufría «bajones». En los días previos a su desaparición tuvo problemas con su tarjeta de crédito y la Policía sueca llegó a detenerle, indocumentado, porque se negaba a salir de un banco sin antes sacar algo de dinero. Esos agentes fueron los últimos que le vieron vivo, según la investigación periodística. Luego telefoneó añ consulado español pidiendo ayuda para salir urgentemente del país. No volvió a llamar.
La confirmación de la identidad no responde, sin embargo, a la principal incógnita: qué ocurrió en Suecia. Aunque se reabriera la investigación, como quiere la familia, para los padres de Miguel Ángel ya será tarde. Isabel, la madre, murió antes de que se verificara la filiación de su hijo. Ángel, el padre, falleció en Getxo días después de la identificación. «Yo quisiera saber simplemente la verdad, queremos saber la verdad», dejó dicho en el documental.
· Podcast ‘Fuera del radar’: Este periódico estrenará el 12 de mayo un capítulo sobre el caso de Miguel Ángel Martínez.
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