Andros Lozano
  • El cadáver del vasco Miguel Ángel Martínez fue hallado en 2005 en la orilla de un fiordo de Lidingö, un caro barrio residencial de Estocolmo.
  • El cuerpo llegó a Londres intacto, donde el hombre quería ser enterrado, pero un análisis posterior reveló que no tenía corazón ni el 60% del hígado.

Hay historias que parecen surgidas de la imaginación de un escritor de novela policíaca. La de Miguel Ángel Martínez Santamaría, nacido el 18 de agosto de 1960 en Erandio (Vizcaya), bien podría ser una de ellas. Aunque, por desgracia, la suya es real. Cuando le restaban cuatro meses para cumplir los 45 años, partió en tren desde su pueblo con casi 11.000 euros en la cartilla del banco y un deseo en la cabeza: recorrer Europa sin prisas. Fue el 28 de abril de 2005. Nunca más volvió.

Se sabe que en junio de ese mismo año Miguel Ángel se registró en el consulado español en Estocolmo (Suecia), donde informó a los funcionarios de que tenía problemas con su tarjeta de crédito. Sin documentación personal encima, le había sido imposible sacar dinero del banco pese al montante que tenía ahorrado y a la pensión mensual de 618 euros que recibía del Estado por la esquizofrenia paranoide que sufría. Miguel Ángel era un hombre tranquilo, nada violento y capaz de desenvolverse por sí solo.

Tres meses después, a las ocho de la tarde del 29 de septiembre de 2005, sonó el teléfono en la casa de María Isabel Santamaría. La policía de la comisaría de Bilbao le informó a la madre de Miguel Ángel de que el cadáver de su hijo -o de alguien que llevaba una fotocopia de su DNI en el bolsillo- había aparecido en la orilla de un fiordo de Lidingö, un caro barrio residencial de Estocolmo unido con la capital sueca a través de un puente. Según el dictamen de la forense Petra Rästen-Almqvist, al que ha tenido acceso este periódico, murió por ahogamiento.

La explicación que le dieron a la familia de cómo ocurrió todo fue la siguiente: lo más probable, les dijeron, es que se hubiera suicidado al lanzarse al mar desde uno de los ferris que unen Helsinki con Estocolmo, y que lo debió hacer unas semanas antes del 22 de septiembre de 2005. Ese día, Sara Evans, una ciudadana británica, halló el cadáver de Miguel Ángel flotando en el agua junto al puente que conecta Estocolmo con Lidingö.

Inmediatamente, dos primos de Miguel Ángel se desplazaron hasta Estocolmo para repatriar el cadáver y conocer más detalles de lo sucedido. En ningún momento se les permitió ver el cuerpo sin vida del finado por su avanzado estado de descomposición.

Como Miguel Ángel quería que lo enterraran en Londres, donde había vivido durante dos años y medio y porque allí estaba enterrada una antigua novia, la familia inició las gestiones para su traslado a Inglaterra.

El cadáver de Miguel Ángel fue hallado flotando en el agua junto al puente que conecta Estocolmo con Lidingö.

El cadáver de Miguel Ángel fue hallado flotando en el agua junto al puente que conecta Estocolmo con Lidingö.E. E.

El 4 de noviembre de 2005 llegó al aeropuerto de Heathrow, donde permaneció cinco días en sus cámaras frigoríficas dado que las autoridades británicas se negaron a autorizar su enterramiento. Desde Suecia no habían enviado el salvoconducto mortuorio ni otros documentos legales necesarios para casos como este que tenían que resolver en Reino Unido.

Como no se podía acreditar la causa de la muerte del cadáver enviado desde Estocolmo hasta Londres a través de una funeraria, el responsable de la oficina forense de Westminter, Terry Lovegrove, ordenó efectuar una segunda autopsia al cuerpo sin vida hallado en septiembre de ese mismo año en la orilla de un fiordo de la capital sueca.

La segunda autopsia al cadáver del vasco Miguel Ángel Martínez se practicó el 17 de noviembre de 2005. El caso de su muerte se tornó aún más intrigante al conocerse los resultados. El informe forense redactado por el galeno Peter Witkins reveló que el finado no presentaba el corazón ni tampoco el 60% del hígado. También que los pulmones no mostraban signos de ahogamiento ni de encharcamiento. Las autoridades suecas, sorprendidas, dijeron que, cuando el cadáver partió desde Estocolmo, estaba entero, con todos sus órganos intactos.

Finalmente, la familia de Miguel Ángel decidió enterrar el cadáver en el cementerio londinense de Gunnesbury, como era su deseo. Sin embargo, durante los últimos 13 años no han dejado de hacerse preguntas. ¿Y si hemos enterrado el cuerpo sin vida de alguien que no era Miguel Ángel? Y si era él, ¿pudo ser víctima de alguna banda dedicada al tráfico ilegal de órganos? ¿Mienten las autoridades suecas? ¿Murió de otro modo y luego fue lanzado al mar?

Miguel Ángel, de pequeño con sus padres: Ángel Martínez Saracho e Isabel Santamaría Bereincua.Miguel Ángel, de pequeño con sus padres: Ángel Martínez Saracho e Isabel Santamaría Bereincua. E. E.

Pronto se podrán dar respuestas a algunas de estas cuestiones. Las autoridades británicas autorizaron hace unos días la exhumación del cadáver de Miguel Ángel Martínez para que se le pueda realizar una tercera autopsia y la familia pueda obtener muestras de ADN que puedan ser cotejadas con las de otros miembros.

Así lo hizo público este lunes en su blog la hermana de Miguel Ángel, Blanca Martínez, que en una página de internet que lleva por título el nombre de su hermano se encarga de dar a conocer las últimas novedades del caso y explica con todo detalle qué le ocurrió a Miguel Ángel o la lucha de su familia por conocer la verdad.

El permiso para la exhumación ha sido concedido a título personal a Blanca Martínez, por lo que será la familia la encargada de asumir los altos costes de las pruebas. La Audiencia Nacional y la Fiscalía vasca habían realizado esta petición hasta en cuatro ocasiones, pero siempre de forma errónea. Se dirigían al Ministerior del Interior británico, del que no depende la competencia, y por eso nunca se recibía respuesta. La potestad estaba en mano de la cartera de Justicia británica.

Incidente en el banco: la fotocopia del DNI

El 1 de agosto de 2005, algunas semanas antes de su muerte, Miguel Ángel se personó en una oficina del Nordea Bank de la localidad de Karlstad para realizar una transferencia de dinero desde su cuenta del BBK a la del banco sueco. Según el atestado policial, como carecía de documentación, el director de la entidad desatendió su petición. Fue entonces cuando Miguel Ángel se negó a marcharse y el empleado llamó a la policía local.

Los policías se llevaron a Miguel Ángel a comisaría, donde permaneció desde las 10.25 de la mañana de aquel primero de agosto hasta las 4.20 horas de la tarde. Como no portaba DNI o pasaporte, la policía sueca se puso en contacto con las autoridades españolas para aligerar su identificación.

Miguel Ángel, en una foto recogida en un documental de la ETB.

Miguel Ángel, en una foto recogida en un documental de la ETB.

España envió la fotocopia del DNI a las 19.12 horas de aquel día. O lo que es lo mismo: casi tres horas después de que los suecos lo dejasen en libertad sin cargos. Semanas después, cuando el cuerpo sin vida de Miguel Ángel estaba en el depósito de cadáveres, una enfermera con raíces españolas, Isabela Franco Cereceda, encontró la fotocopia del DNI del fallecido en uno de los bolsillos de su pantalón, sin que se le hubiera corrido la tinta ni que el papel se hubiera deshecho. ¿Cómo era posible, si cuando salió de comisaría restaban tres horas para que llegara la fotocopia?

La defensa de la forense: un corazón de 261 gramos

Una semana después del incidente en el banco, el 8 de agosto, Miguel Ángel llamó desde Mariestad, a 300 kilómetros de Estocolmo, a la embajada de España en la capital sueca. Hasta que se encontró el cadáver, ésta fue la última vez que hubo constancia de Miguel Ángel en el país escandinavo.

En el informe forense se especificó que Miguel Ángel había muerto por ahogamiento. El cadáver del vasco presentaba hematomas en la zona costal y en la cápsula suprarrenal derecha. Pero también una herida en la ceja derecha, algo que pasó por alto la forense sueca, como explica Blanca Martínez.

 

Examen post mortem de Miguel Ángel.

 

El análisis tras la muerte de Miguel Ángel Martínez se practicó cinco días después del hallazgo del cadáver. Como no incluía fotos de la autopsia, la familia nunca ha visto el cadáver. Cuando la familia le planteó todas sus dudas a la forense Rästen, la doctora respondió que, cuando ella realizó la autopsia, el corazón de Miguel Ángel pesaba 261 gramos, que tomó un pequeño pedazo para analizarlo y que luego fue devuelto.

Ahora, con la autorización británica, la familia de Miguel Ángel alberga la esperanza de, al menos, aproximarse a la verdad. Durante todo este tiempo siempre han pensado que el primer hijo, el primer nieto y el primer sobrino nacido entre los suyos fue víctima de alguna banda que le quitó los órganos y que, más tarde, lo lanzó al mar.

Por eso Blanca Martínez suele recordar que en los últimos años, según un estudio del hospital Karolinska de Estocolmo, una treintena de suecos han pagado dinero para comprar un órgano en en países extranjeros.

Una vez se realice la exhumación del cadáver y se coteje el ADN del finado con el de los familiares directos de Miguel Ángel, en caso de que dé positivo se le practicará una nueva autopsia. Aunque no se podrá saber si el cuerpo ya llegó a Inglaterra sin órganos, el análisis de sus huesos podrá explicar si murió ahogado o por otra razón. Si fuera así, la historia de Miguel Ángel Martínez volverá a sufrir otro nuevo giro de guión.

 

https://www.elespanol.com/reportajes/20180725/misterio-cadaver-sin-corazon-miguel-victima-trafico/324968469_0.html