Miguel Angel nació del 18 de agosto de 1960 en Erandio Goikoa (Bizkaia). Fue un niño muy querido por toda la familia, el primer hijo, el primer nieto, el primer sobrino.

Angel Martínez Saracho e Isabel Santamaría Bereincua, nuestros padres.

Aita era empresario, tenía una empresa de calderería en Zamudio y patentó varías máquinas para la fabricación de cartón.

Ama trabajó como administrativa en los viveros de Cajigas (Getxo) hasta su boda. Después se dedicaría en cuerpo y alma a su familia.

Somos cuatro hermanos,  Miguel Angel, Carlos, Fernando y yo  (Blanca).

Durante 18 años vivimos en la Calle Central de SONDIKA hasta que nos trasladamos definitivamente a Algorta (Getxo).

Muchos fines de semana y veranos lo pasábamos en Bedarona (Ea), pueblo de Amama.

Miguel Angel estaba muy unido a nuestros Aitites Julio y Emilia. Sus amigos vivían en Getxo (Romo, Algorta, Fadura) por lo que casi vivía en casa de nuestros tíos Javi Arostegi y Mª Carmen Santamaria (hermana de nuestra madre). La tia Mª Carmen ha sido su segunda madre y  Javi, Gaizka y Elisabete, unos primos muy especiales.

Estudió en las escuelas de Sondika y en el Colegio Trueba. Aunque logró acabar bachiller no fue un gran estudiante.

Trabajó con Aita, feliz con la Renault 4 de la empresa. Después de la mili, trabajó como conductor de autobuses.

Miguel Angel era simpático, inteligente, divertido, abierto, comunicativo, extrovertido, inconformista, defensor acérrimo de las causas perdidas y de las personas con problemas, aunque a veces se mostraba exigente, hiriente, irónico, provocador, reivindicativo y vehemente, con un estilo de asertividad un tanto agresiva, tal vez. En cualquier caso, estas características nunca le causaron problemas con otras personas o con la justicia. No estuvo nunca envuelto en peleas, conflictos o expedientes policiales y/o judiciales. Nunca consumió drogas ilegales, así como tampoco dosis abusivas de alcohol.

Le encantaba la música, viajar, conducir e ir a la grada de animación de San Mamés para animar al Athletic.

Siempre que podía se desplazaba por Europa,  Londres, era su ciudad preferida, de la que se enamoró. Durante más de dos años, trabajó como celador en el “Brompton Hospital”. La etapa londinense fue la más estable y feliz de su vida, en el hospital se sentía querido y desempeñaba muy bien el papel de cuidador, era el mejor cuidador. En una ocasión una persona muy conocida de una empresa de embutidos llamó por teléfono a nuestra madre para agradecerle por los cuidados que Miguel Angel había tenido con su hija hospitalizada en Londres.

Cobraba una pensión que administraba personalmente de forma correcta, incluso disponía de unos ahorrillos, y cuando viajaba, trabajaba en cualquier trabajo, en muchas ocasiones limpiando platos a cambio de comida y cama. Administraba.. Aspectos como los mencionados, demuestran el grado de asunción de responsabilidad y compromiso de Miguel Ángel respecto a diversas facetas de su vida personal, laboral, afectiva, familiar y social.

 Miguel Ángel era un valiente y un superviviente, lo  que él mismo bautizó como “su puta vida” ..

La familia de Miguel Angel nos sentimos obligados a seguir su ejemplo, poniendo de manifiesto la injusticia que se cometió con él y se sigue cometiendo cada vez que se hace caso omiso de las extrañas circunstancias en las que murió. Estando vivo sufrió el estigma que acompaña a cualquier enfermo mental. Muerto ha sido valorado y juzgado con crueldad, tachado de marginal, excluido, vagabundo y deshecho social. Afortunadamente él no ha tenido que escucharlo, pero su familia sí. Y no sólo él ha sido objeto de tal trato, sino que su familia, hemos podido percibir, tal y como él debió vivir y sentirlo tantas veces, el recelo que suscita su caso, su persona y sus circunstancias, el sojuzgamiento de su familia, “que a saber cómo es si ha tenido en su seno un miembro así”;  hemos sido juzgados con gestos, palabras y miradas hasta tal punto, de distinguir matices en el trato que nos han dispensado entidades que hacen gala de gran humanidad, que nos han escuchado su historia y asienten con cara compungida mientras éste y otros expedientes similares, expedientes al fin y al cabo, se acumulan en una gaveta.

En el podcast EL HOMBRE SIN CORAZÓN, contamos la historia de Miguel Angel y dedicamos Monográficos 3: Recuerdos, a recordar anécdotas de su vida familiar.

Si él luchó y no tiró la toalla, no lo vamos  hacer nosotr@s, su familia.

Xalbadorren heriotzean (Taberna ibiltaria)